El G8 se presenta a sí mismo como un “simple foro de discusión”, pero claramente podemos ver como tienen capacidad de tomar decisiones y de imponerlas a nivel mundial. Año tras año vemos como las declaraciones finales de la cumbre incluyen importantes impulsos a los procesos de globalización neoliberal (liberalización comercial y financiera, privatizaciones, flexibilización del mercado laboral...) acompañados de unos cuantos brindis a sol acerca de la lucha contra la pobreza, el hambre, o las enfermedades curables. Y año tras año vemos como solo la primera parte se cumple:
- De los 110 mil millones de dólares de aligeramiento de deuda externa prometidos en 1999, en junio de 2003 se habían hecho efectivos menos de un tercio.
- De los 13 mil millones de dólares anuales prometidos en 2001 al Fondo Global de Salud para la lucha contra el sida o la malaria, solo se han hecho efectivos 350 millones al año.
- Pese a las promesas hechas desde 1981 de destinar el 0,7% del PIB a Ayuda Oficial al Desarrollo, ninguno de los países del G8 llega actualmente al 0,33%.
Para la otra cuestión, sin embargo, se muestran mucho mas efectivos, porque si tienen realmente capacidad de imponer sus decisiones. De los 5 vetos que hay en el Consejo de Seguridad de la ONU, 4 forman parte del G8. El FMI y el BM funcionan en un sistema de votos por cuotas, es decir, el número de votos que tiene cada país va en función de la cantidad de cuotas (dinero) que aporta al fondo común, de forma que los países mas ricos pueden acumular mas votos. Concretamente, los países miembros del G8 acumulan el 44% de los votos en estas dos instituciones. En las negociaciones en el marco de la OMC, los países del G8 también acostumbran a funcionar como un bloque formado por EEUU, Canadá, Japón y UE (lo que explica la invitación a los presidentes de la UE). Es decir, fijan la posición común de la UE sin participación de España, Portugal, Grecia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Irlanda...
La participación española mas directa que se ha dado en el G8, fue cuando España tenía la presidencia de turno de la UE. En esta ocasión, las declaraciones que mas trascendieron a la prensa sobre la participación de José Maria Aznar fueron las siguientes: “El otro día en Canadá, estaba con el presidente Bush cuando este puso los pies encima de la mesa y me preguntó: ¿Sigues haciendo deporte? Yo le dije que si y el me comento: Hago cuatro Km. en 6 minutos 24 segundos. Yo puse los pies encima de la mesa y le respondí: Yo hago 10 Km. en 5 minutos 20 segundos. Es la primera vez que superamos a EE UU en algo”.
A pesar de la relevancia de estas cumbres, las discusiones del G8 son secretas. No existe trascripción de las mismas y los documentos preparatorios, aun siendo elaborados por funcionarios públicos de los países miembros, son generalmente también secretos y muy raramente salen a la luz pública. Los únicos documentos totalmente públicos son las declaraciones finales.
Por todo ello decimos que el G8 es un gobierno mundial en la sombra. A la falta de transparencia se le une el hecho de que están imponiendo sus decisiones (sus intereses) al todo el mundo los presidentes de unos países que representan solo al 10% de la población, pero al 60% de la riqueza mundial.
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